Introducción
En la espiritualidad franciscana seglar, el trabajo es más que una ocupación diaria; es un don, una gracia y una oportunidad para el servicio a Dios y al prójimo. El artículo 21.1 de las Constituciones Generales de la Orden Franciscana Seglar (CC.GG. OFS) contiene la perspectiva de San Francisco de Asís sobre el trabajo y su importancia en la vida de los fieles franciscanos.
El Trabajo como Don y Gracia
San Francisco de Asís veía el trabajo como un don de Dios y una gracia que enriquece la vida humana. En su ejemplo, encontramos que el trabajo no debe ser visto simplemente como una necesidad para sustentarse, sino como una oportunidad para desarrollar la propia personalidad y crecer espiritualmente. Esta perspectiva resalta la idea de que el trabajo no es una carga, sino un regalo divino que debe ser valorado y celebrado.
El Trabajo como Servicio a Dios y al Prójimo
La espiritualidad franciscana seglar sostiene que el trabajo es una ocasión para el servicio a Dios y al prójimo. San Francisco enseñaba que cada acto de trabajo, por humilde que pareciera, podía ser un acto de amor a Dios y una forma de cuidar al prójimo. Esta comprensión trasciende la noción de trabajo como una actividad meramente económica y lo convierte en una expresión de caridad y solidaridad.
El Trabajo como Derecho y Deber
La espiritualidad franciscana y, en general, la Iglesia defiende que el trabajo es un derecho y un deber. En una sociedad marcada por la desigualdad y la explotación, este aspecto de su enseñanza tiene una relevancia contemporánea sorprendente. Se reconoce que todas las personas tienen el derecho fundamental a trabajar y ganarse la vida con dignidad, y que todos tienen la responsabilidad de contribuir al bien común a través del trabajo honesto y esforzado.
La Promoción de un Trabajo más Humano
El artículo 21,1 CC.GG. OFS también llama a los miembros de la Orden Franciscana Seglar a colaborar para que todos tengan la oportunidad de trabajar y para que los medios de trabajo sean cada vez más humanos. Esta invitación refleja la preocupación franciscana por la justicia social y la dignidad de cada ser humano. Los fieles franciscanos se comprometen a trabajar en solidaridad con aquellos que carecen de oportunidades laborales y a abogar por condiciones laborales justas y respetuosas.